viernes, 4 de febrero de 2011

Las píldoras del Dr. Negrín

Juan Negrín López, fue un destacado médico fisiólogo, socialista y Jefe de Gobierno de la segunda República. Nació en las Palmas de Gran Canaria en 1892, de familia acomodada. Hablaba inglés, francés y alemán. Gracias a la situación económica que tenía su familia pudo viajar a Alemania para prepararse académicamente. Estudió en las Universidades de Kiel y Leipzig, medicina, fisiología y química. Se especializó en el análisis de la relación entre el sistema nervioso y el endocrino del cuerpo humano. Al estallar la Primera Guerra Mundial, sus investigaciones se ven interrumpidas, teniendo que regresar a su tierra natal en 1915.
Dos años más tarde, empieza a trabajar en Madrid, en la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, para poner en marcha el premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, con el fin de desarrollar la ciencia en España.
En 1931, fue elegido diputado en cortes por Canarias, lo que le llevo a dejar la enseñanza para dedicarse por entero a la política.
Ingresa en 1929 en el PSOE. Dirige las relaciones exteriores, Presupuestos y Hacienda, por su gran capacidad con los idiomas y sus estudios en economía. También participa en los debates de sanidad y educación. Mantiene una insondable relación con uno de los máximos líderes del PSOE, Indalecio Prieto.
En 1936, es nombrado Ministro de Hacienda bajo el mandato de Largo Caballero. Juan Negrín apoya a la República que necesitaba petróleo, alimentos y materia bélico, llevando las divisas (oro de Moscú) que quedaban a la Unión Soviética. Este proceso fue necesario para poder afrontar la guerra. En 1937, sustituye a Largo Caballero, ocupando el cargo de jefe del gobierno, nombramiento que ordenó Azaña.
El error que condenó a la Republica, fue el de disolver las Brigadas Internacionales, creyendo que Franco renunciaría a las tropas y armas que le mandaban Italia y Alemania. Negrín abandonó España y se instaló en París, ejerciendo como Presidente de la República en el exilio, hasta que murió en 1956.
Las píldoras del doctor Negrín, así se conocía en la zona republicana a las escasas y preciadas lentejas. Aún hoy se habla de “ganarse las lentejas” para referirse al trabajo.
Durante la República se tenía que suministrar alimentos a Madrid, Barcelona, Valencia y zonas donde la población fuese numerosa.
El problema que encontraron los republicanos era que no tenían comida para alimentar a tantas personas, ya que las zonas donde se podía conseguir sustento estaban ocupadas por el bando contrario, como era el ganado. Los pescadores no podían tampoco salir a pescar, ya que el mar estaba dominado por la flota contraria.
Empezaban a escasear los productos de primera necesidad, por lo que se tuvo que recurrir al racionamiento de los alimentos.
Una de las más perjudicadas fue Madrid. Se formaban largas colas en las tiendas donde se podía conseguir comida. La escasez de alimentos trajo como consecuencia el aprovechamiento por parte de algunas personas, dando lugar al mercado negro, lo que en aquellos años se conocía también como el estraperlo, sin que las autoridades pudieran combatirlo.
Los mandos republicanos, llegaron a tomar la determinación de sacar a la gente de Madrid para poder paliar este problema del hambre, pero la población se negó a dejar la ciudad.
Contaron con el apoyo a nivel mundial de los países de la izquierda. Estos mandaron comida, como leche en polvo y carne en conserva. Los mineros ingleses enviaron carbón, también se recibió ropa, dinero por parte de Checoslovaquia, jabón, etc.
Era tan grande la carencia de alimentos, que se recurrió a el suministro de vales, repartidos por partidos y sindicatos, para que los canjearán por productos de primera necesidad en las tiendas.
En 1937, comenzó a notarse de forma preocupante la falta de pan, llegándose a racionar en el mes de marzo en la capital madrileña. La alimentación que más se consumía era el arroz, lentejas, aceite, etc., así como algunas verduras. A medida que faltaban, se recurría a las más inesperadas sustancias, sacando partido a toda variedad de hierbas, como por ejemplo: cardos borriqueros, la piel de naranja, incluso se recurrió a elaborar tortillas sin huevo.
Se abrieron comedores colectivos, pero también fracaso, ya que muchas personas se aprovechaban y comían el doble de la ración que les correspondía, provocando con esto que otras personas se muriesen de hambre.
Los comerciantes llegaron a elevar los precios de los alimentos de primera necesidad de una forma exagerada, e incluso se actuaba con la pillería de esconder alimentos que se sabía que iban a escasear, de tal manera que cuando esto ocurriese ellos los sacaban a la venta, marcándolos con un precio más elevado.
Escaseaba el azúcar, por lo que se decidió endulzar con miel, sacarina o incluso con nada. También se terminaron las patatas, garbanzos y judías, pero todavía se podía conseguir arroz y lentejas. Estas eran escasas y venían mezcladas con piedrecillas, teniendo que escogerlas antes de echarlas a cocer.
El hambre y la pobreza como resultado de la política republicana fue tan grande, que hoy por hoy algunas personas que les tocó vivir aquella época, llaman a las lentejas las “píldoras del doctor Negrín”, en recuerdo al único alimento que se conseguía más fácilmente, durante los dos largos años de hambre que se vivió en la guerra.